viernes, 22 de mayo de 2015

Cuento-Concurso: Vida y Obra de José de San Martin



Estaba en la escuela y una mañana, la señorita nos cuenta sobre un Concurso. Había que escribir sobre José de San Martín. La idea no me enloquecía porque los próceres me inspiraban miedo, aunque la verdad no sé por qué. Era mirarlos en los cuadros que colgaban de las paredes de la escuela, con esas caras serias, muy duritos y sin ninguna expresión, las maestras estaban con la  misma retórica de siempre, diciendo “son personas a las cuales le debemos mucho respeto”, pero a mi me daba la impresión que se iban a salir del cuadro y nos iban a correr por toda la escuela si nos portábamos mal jajaja!!! Pensamientos de niños.

Uno sentía una gran distancia hacia ellos y lo interesante hubiera sido que nos contaran bien sobre sus vidas. Así que me propuse sin muchas ganas escribir sobre este Personaje. Como ya saben, la imaginación no me faltaba, pero lo que sí me faltaba era información sobre él. Por consiguiente no tuve más remedio que recurrir al famoso Billiken y al Libro de Texto que usábamos ese año.

Tener en cuenta algo, no todos teníamos enciclopedias, no existía internet, ni se podía hacer copy y paste. Ya te digo, lo más a mano era el Billiken y alguna biblioteca cercana.

Así que junte algo de  información y empecé a escribir. La verdad no tengo ni la menor idea de todo lo que escribí, no lo recuerdo porque han pasado muchísimos años, pero la cuestión es que terminé de redactar y no se la mostré a nadie, ni  siquiera a la Maestra,  para que la leyera y la corrigiera.

La razón de esta acción no se podrá saber de forma cierta. Lo más probable es que como no quería participar del concurso,  trate de terminar el trámite lo más rápido posible. La puse en un sobre y la envié  a la dirección del concurso.

Estaba muy  satisfecha,  había cumplido con todos los que me rompían para participar: mí mamá, papá, la Maestra. ¡¡Misión Cumplida!!!!

Pasaron unas semanas y los participantes de todas las escuelas, que eran varias, teníamos que ir a un lugar a escuchar el veredicto. Como era de esperar, ¿Qué hice? - No fui.

Al día siguiente cuando entro al grado, viene corriendo una compañerita, que era una insufrible, molesta y nadie la toleraba. Era rubia, va rubia…, la teñían con la famosa manzanilla ¿se acuerdan? Se le veían las raíces castañas, pero ella estaba toda creída que era rubia y te refregaba ese pelo espantoso por la cara jajaja!!  ¡pobre piba! Me  dice:

                        - Ganaste el Concurso de San Martin-

                        - ¡Queeeeeeeeeeeeeeeeee! -le dije - ¡no puede ser! -

                        - ¡Sí es real! y tu premio lo tengo yo en mi casa -

Bueno bueno eso me sonó muy  mal. Sonó - ahh!!como ganaste y yo perdí, no te lo doy nada-

La maestra se agarraba la cabeza, porque no había leído mi redacción y aparte no solo tenía errores, sino que ¡horrores de ortografía! Ella había quedado mal. No fue mi intención, yo solo quería sacarme esta tarea  lo más rápido posible, y no pensé en nadie. Tal vez ella debería haber estado más atenta a lo que hacían los alumnos.

La cuestión es que gane el concurso y el premio era un Libro el cual me costó esfuerzo recuperar ya que esta maldita compañerita no quería largar mi “Premio”. Era una roba vidas ajenas. Insistí e insistí,  cualidad que aún conservo y por la que muchos me detestan jajaja!!!! Finalmente, luego de tanta lucha, el librito vino a mí y Colorín Colorado esta anécdota se ha terminado.


Medusa

jueves, 21 de mayo de 2015

Cuento: Los Rezos de Susanita


 

Corría el año 1961 y empezaban los preparativos para la primera Comunión. Fui Bautizada y tome la Comunión en la Iglesia San Miguel Arcángel (Capital Federal, Buenos Aires), la cual quedaba a pasos de mi casa.

En frente  vivía Susanita, una amiga y compañera de juegos. Compartíamos muchas tardes jugando y tomando la leche. Los juegos eran variados, desde disfraces, muñecas, dibujos, cantos y  un poco de todo. Los chicos en aquel entonces, jugábamos con cosas más simples, no se necesitaban juegos caros para divertirnos. A veces con las cosas más sencillas y mucha imaginación hacíamos maravillas.

Se venía la comunión y tenía que hacer como dicen ahora, cursos de catequesis, antes era ir con la Catequista, así  que algunas tardes las tenía ocupada. Me llamaba la atención que en esta actividad Susanita no participaba, y tampoco se me ocurría por preguntar. La cuestión es que yo estaba bastante metida con esto.

Mi mamá estaba enloquecida con el evento que se le venía, no daba más. Hacer el vestido (me lo cosía ella),  la reunión,  la comida, los souvenirs, etc. Todos eran preparativos  que tenían a la Familia convulsionada.

Yo mientras tanto aprendía sobre la religión y los Rezos:

                     - El Padre Nuestro

                     - Ave María

                     - El Credo 

Había que memorizarlos, algunos eran cortitos y otros eran toda una biblia – jajaja … ¡Mi Dios! Eramos muy chicos para entender todo lo que decían esos rezos, aunque los Curas no entendieran que esto era una misión imposible.

La cuestión es que un día que estaba con Susanita le conté de mis aventuras nuevas con la religión y le enseñe hacerse la señal de la Cruz y el Padre Nuestro. Desde su habitación Susanita veía la Cúpula de La Iglesia San Miguel así que yo le decía  - cada vez que la veas te haces la señal de la Cruz -. 

Ella me miraba muy atenta y aprendía rápido. Sin mucho esfuerzo se aprendió todo. Yo no sabía que sus padres profesaban la religión Judía. Imagínense lo que sucedió cuando la mamá la vio hacerse la señal de la cruz y recitar el Padre nuestro, casi le da ¡¡un infarto!!!

                    - no nena no podes, perteneces a otra religión- le dijo su mamá.

La vieja me agarro a mí y me hablo muy bien,  dejándome en claro que no le llenara más la cabecita a su hijita, y así fue como aprendí la  existencia de más de una religión. De cualquiera forma eso no impidió que le mostrara a su mamá el vestido de comunión ya que ella lo quería ver, el cual fue elogiado con gran entusiasmo. 

A la Iglesia no fueron, pero si vino Susanita a la fiestita y eso me puso muy felizzzz!!! Y pudimos ambas disfrutar juntas del evento aunque fuéramos de religiones distintas.


Medusa

domingo, 17 de mayo de 2015

cuento -El día que el Perro atacó "La Torta"

Pilu era mi perro, un Fox terrier indomable, hacía lo que quería. Era de color blanco con manchas negras y una cola en forma de rulo que no se la habíamos cortado, como sí era costumbre hacer con esa raza, por lo que ostentaba toda su cola, bien peludita. Éramos inseparables. Compartíamos  juegos, aventuras y también líos.

A mi mamá le gustaba mucho cocinar y realmente era muy rica su comida, como también sus postres. El único problemita es que era un tanto mezquina, le gustaba que durara la comida y en especial los postres, ¡¡eso era imposible!! ... así que era una lucha.

Hacía una torta que era un espectáculo,  deliciosa era decir poco.
                             
                                       Bizcochuelo relleno:
                                     - 1er. piso - pastelera de vainilla,
                                     - 2do piso - pastelera de  chocolate 
                                     - 3er. piso - dulce de leche

Luego la cubría toda con dulce de leche, picaba finamente nueces y espolvoreaba toda la torta con las mismas.  Cada vez que la hacía estábamos en la gloria!!! Pero costaba sacarle más de una porción.

Pilu se volvía loco porque también le gustaba y se daba cuenta rápidamente cuando la hacía, porque como todo perro tenía un mega olfato.

Un día por la tarde mamá hizo La Torta, luego la guardo en la heladera para que la comiéramos cuando ella volviera del cine con mi papá. Era una noche de verano, yo estaba con mi hermana, o sea La Reina (se acuerdan la mencione en otro cuento), y empezó:

                          - ¿Te parece si comemos un poquito antes de que vengan?- me dijo
                          - y dale - le conteste. No podía despreciar semejante propuesta, era muy tentadora.

Entonces,  La Reina saca  la torta de la  heladera  y la pone sobre  la mesa. En ese mismo momento  suena el teléfono, ella atiende, era su novio y se pone hablar con él largo y tendido. Obviamente qué paso? se olvido de La Torta.

Dato a tener en cuenta: los teléfonos inalámbrico, celulares, telefonito o como lo quieran llamar, no  existían ni en proyecto.

Yo estaba viendo la televisión y ésta seguía hablando - bla bla bla bla ... cuando terminó fue a buscar La Torta para corta unas porciones ¡ay mi Diosssss!!!!!!  era un desastre ...

Pilu se había subido a la silla, de ahí a la mesa y se zambulló sobre La Torta.  Que lio!! no sabíamos cómo arreglar ese desastre. Estaba totalmente destruida. El vivo del perro con gran exactitud  le dio directo en el centro, lo más rico!!!, no siguió porque lo encontramos in fraganti y lo sacamos del cogote, que si no se la comía toda. Los perros no tienen fondo.

¿Cómo salíamos de esta situación? desde ya se nos fueron las ganas de comer. La Reina estaba desesperada, ella la infalible, la que se llenaba la boca con los errores de los demás ahora estaba en problema. Trató de acomodarla lo mejor que podía, pero era imposible, cuando de repente sentimos ruido de llave en la puerta y ahí se le heló la sangre. 

¡Eran ellos! mi Mamá no podía creer lo que estaba viendo. Su hijita adorada estaba con todas las manos llena de dulce de leche y la torta destruida (jajaja!!!).  Y bueno, ¿qué opción había? mandar en cana al perro. Ella tuvo que explicar lo que había pasado y no hubo más remedio que darle todaaaaaaaaaaaaaaaa la Torta al Perro,  ya que estaba baboseada,  lamida y pisoteada por Pilu.

Y así  fue como ese día no hubo torta. El Perro Feliz!!!, a La Reina la cagaron a pedos,  y yo esta vez salí  inmune,  no había participado en este lio.



                                                                                                                                               Medusa




domingo, 10 de mayo de 2015

Cuento- Los alfajores del Tío Lucio



Tenía muchos Tíos pero este era especial,  siempre vivirá en mi recuerdo.

Tío Lucio era hermano de  mi papá. Eran el día y la noche. Sumamente diferentes, no  parecían  hermanos.  Era muy elegante. Todo un caballero, le gustaba vestirse bien, y siempre adornaba su cabeza con diferentes sombreros que combinaban a la perfección con sus trajes.

Solía visitarlo  seguido en su casa. Tenía muchísima paciencia,  jugaba conmigo y me contaba cuentos.  Para  mi cumpleaños o cuando venia almorzar a casa, siempre nos regalaba dinero que lo ponía dentro de un sobrecito y me decía – comprate algo –. Pero el Halcón  de mi vieja, que tenía una vista muy aguda, lo agarraba antes que yo y lo guardaba dando las correspondientes gracias. Nunca vi el dinero y menos usarlo en lo que yo quería, eran otros tiempos donde los chicos no teníamos ni voz ni voto.

Él trabajaba muy cerca de donde vivíamos, en la Panadería La Piedad,  hace muchísimos años atrás,  hoy  día sigue existiendo y se encuentra en el mismo lugar de siempre, en Florida y diagonal Norte.  Cada vez que lo veíamos me regalaba un alfajor y nuevamente mi vieja se apropiaba del mismo. Al finalizar la cena lo abría y lo cortaba en 4 partes iguales, y mi regalo era compartido sin mi consentimiento entre los miembros de la familia, ¡que bronca me daba! No había caso, no podía manducármelo entero.

Pensaba y pensaba qué podía hacer para que no me morfaran el alfajor. Así que dije – si no me lo puedo comer entero no lo comerá nadie –.

Empecé a planear como  desaparecerlo, era difícil pero no imposible, ¡ya estaba harta que dispusieran de mi alfajor! En eso se  me prende la lamparita ¡El PERRO!, el perro se comería el alfajor y los jodería a todos.

Llegamos a casa y ella (mi mamá) apoyó el alfajor sobre un mueble. Tenía que sacarlo sin que me vieran, y así  fue,  en un descuido lo tomé, lo abrí y lo comimos juntos. La mayor parte se la comió el perro, pero yo fui feliz porque era mi mejor amigo y los amigos  comparten todo.

 El único problema fue que nos quedo la boca llena de chocolate y eso nos delato,  para el próximo tuve que buscar otra estrategia.
 
                                                                                                                                            Medusa

Cuento-La Cartita del Día del Padre


 
Corría el año 1959 y entraba a Primer grado, la idea de empezar La Escuela me encantaba, sin embargo a partir de ese día empezó mi pesadilla.

La escuela era linda y había muchos chicos, la maestra era una bruja, por lo menos la que me toco a mí.  Fui a una escuela como dicen ahora Pública y les diré que ya se notaba el deterioro educativo. No daba pie con bola. Me costaba entender las cuentas y los dictados eran mi desgracia, y todo esto era producto de lo poco que querían enseñar y se escudaban en que el grado era muy populoso.

Cuando teníamos dictado, había palabras que no sabía cómo se escribían y me quedaba pensando, y ahí perdía el hilo del mismo, porque los dictados no eran palabras sueltas, eran una historia, entonces que hacía yo, al perderme inventaba una historia paralela hasta que enganchaba con lo que la maestra dictaba. Imaginen la ensalada divertida que quedaba.  

La Maestra no estaba preparada para afrontar una niña con mis cualidades. En ese entonces eran muy estructuradas, así que la maestra se arrancaba los pelos.  Pero para peor, esta educadora no tuvo la mejor idea que llamar a mi Madre y decirle que tenía mucha imaginación, que eso no era bueno y que tenía que cortármela. Jajaja … ¡buena docente che! Milagrosamente mi mamá con muy buen criterio le contesto: 

      - prefiero que la nena repita el grado antes que pierda su imaginación-. Y así seguimos ¡a las patadas jajaja!

En la cuentas tampoco andaba bien, pero insisto, todo por falta de paciencia de la maestra y de mis padres. Y aquí viene el tema de la cartita. Teníamos un solo cuaderno para todo y te corregían con rojo cuando algo estaba mal, y como era de esperar, yo tenía cartelones en Rojo. Mi cuaderno se desangraba de lo rojo que estaba. Cuando llego el Día del Padre hicimos una cartita, donde el sobre de esta iba pegado en el cuaderno con la carta adentro,  y en la página de al lado había unas cuentas corregidas con un  inmenso ¡MALLLLL! .  Que dilema tenía, ¿cómo hacía para darle la carta si al lado tenía un inmenso fracaso bien remarcado por la dulce Maestra?

Al pensar, lo único que se me ocurrió a la edad de 7 años fue sacar la carta del sobre y entregársela en mano sin este. Y así lo hice,  era la única manera de tener la fiesta sin amarguras para él y para mí. – ¡Felizzz Día Papá! – le dije y él contento recibió su cartita sin preguntar por el sobre. De esa manera salí airosa con estilo.

¡Viva!!! el sistema Educativo Argentino por hacernos sentir tan bien a los niños de esa época, porque ¿queda alguna duda de que la Maestra me quiso hundir con ese cartelón en el cuaderno? sabía que mi Papá lo iba a ver — así que saquen sus propias conclusiones

Medusa

sábado, 9 de mayo de 2015

Cuento El misterio del Sombrerito Roto



 
Era una tarde de verano cuando sucedió el hecho, ¿quién fue?  Un misterio ...

Corría el año 1963 y mi hermana tenía un casamiento, al cual había decidido llevar en su cabezota un sombrerito, ya que era común el uso de ellos en esa época. Ella había nacido 14 años antes que yo , así que por la diferencia de edad  no compartíamos muchas cosas,   por ejemplo la ropa, las salidas, etc.;  con esto lo que quiero decir es que su sombrero era imposible usárselo.

El sombrerito para ella era hermoso, tenía una redecilla labrada muy trabajada  que caía por delante del rostro dando ese misterio a la mirada.

El día que lo trajo a casa, ¡mi dios! Estaba tan contenta como gato que se comió un pajarito.  A ella le gustaba resaltar sobre los demás y siempre quiso  ser “La Reina"
hubiera deseado pertenecer  a la realeza, tal vez en una vida pasada lo fue,  pero en esta no,  ya que nació en el barrio La Paternal y por ahí no habían ni Castillo , ni carruajes,  ni caballeros,  eran  todos laburantes.

 Lo trajo a casa y lo apoyo sobre un tocador y ahí quedo esperando para ser usado en la fiestita. A mí me gustaba y cuando no me veía me lo probaba, y luego lo dejaba donde estaba.

Cuando faltaban 2 días para el evento, vino el ¡DESASTREEEEEEEEEEEEE! Apareció la redecilla cortada. Imagínense la escena. La Reina en ataque de nervios,   enloquecida  gritaba:

- ¿Quién fueeeeeeee?

  nadie respondía,   giro su cabezota y me miro increpándome

- ¡Fuiste vos!

- ¡Noooo! - respondí, pero no me hizo caso y ahí no más me acusó de
haber sido la autora del hecho.   Insistentemente  dije que yo no había sido, pero no hubo caso, me juzgaron sin pruebas.

 
En aquellos tiempos los chicos éramos  de hacer travesuras y ni locos confesábamos. No comíamos vidrio,  pero en este caso era injusticia.

 Personajes para investigar:

·        ¿Habrá sido un ratón envidioso que se manduco la redecilla?

·        ¿Habrá sido un enemigo de La Reina que no la toleraba?

·        ¿Habrá sido el perro?

·        ¿O tal vez el novio, que le parecía ridículo el sombrerito y no quería pasar papelón con ella?     

Todas hipótesis, pero ninguna  nos llevaba a descubrir el Misterio.

Pasaron los años y nunca se supo quien fue. En realidad, para mí no estaba resuelto, pero para los demás estaba clarísimo, había sido yo.

El sombrero fue reparado, se le cambio la redecilla, y La Reina descorazonada asistió a su Fiesta sin importarle que su hermanita estuviera en penitencia, por su acusación sin fundamentos. 
 Así aprendí con el tiempo que a la Reina algo le sucedía por tener tan nublado su coherencia y ¡¡¡gracias!!! que no era Reina porque le habría cortado a mas de uno la cabeza jajaja!! 

                                                                                                                                                                Medusa

viernes, 8 de mayo de 2015

Cuento "El Fichero Caído"


                                                    El fichero Caído

 Hace  un tiempo largo existía una óptica en pleno Microcentro en buenos aires Capital , rodeada de algunos comercios,  todos se conocían y se ayudaban entre si, eran otras épocas.

 Dicha óptica era grande y tenía un mobiliario importante,  mostradores vitrinas muchos  anteojos .  En un cuarto que era como una oficina había  un gran “FICHERO” que alojaba  de la” A” a la “Z”  la historia de todos los clientes que habían pasado por la óptica, escrita en unas fichas.   En esa época ni existían  las computadoras

Yo era una niña y vivía con mis padres y  una hermana ( por ahora no hablare de ella, lo dejo para otro momento, como dicen el plato fuerte se deja para el final jajajaja!!!!!),  en la parte trasera de la óptica, ahí teníamos la vivienda.

Cuando el negocio cerraba, para mí eso era un parque de diversiones, la pasaba relindo imaginando jugando y jugando,  inventando historias y repitiendo lo que uno veía de su papá,  que era el óptico que  atendía la misma,  ¡ah!!! qué tiempos!!!.

En ese cuarto donde estaba mi amigo el Fichero había también aparatos que median la visión, cajas,  estanterías etc. etc. y yo jugaba mucho ahí y siempre me intrigaba y llamaba mi atención el Fichero.

Era de color verde oliva, bien oliva parecía una aceituna gigante y tenia cajones que iban de a dos por fila,  no recuerdo bien la cantidad, serian 10 cajones por fila,

Los cajones  tenían rueditas que estaban sobre unos  rieles, parecía como trencito, y uno jodía con esos cajones de acá para allá.  abrir y cerrar  abrir y cerrar hasta que al cráneo se le prendió la lucecita, esa luz inquieta que a veces nos lleva al éxito y otras tantas al fracaso, bueno  ahí es donde llegueeeeee.!!!

Como decía,  se me ocurrió querer hacer con los cajones sin sacarlos una escalera, así  que abrí el primero,  luego el segundo y cuando estaba por llegar al final el inmensooooo  Fichero empezó a tomar vida propia y se me cayó casi encima, por suerte o la mano de algún Ángel  se detuvo contra un mueble y quedo un hueco donde quede yo,  que como buena ardilla pude salir sin dificultad.

La escena era terrible toodaaaaasss las fichas cayeron como cascada al suelo, se vació todo y se mezclaron todas las fichas. Mi  papá cuando entro y vio el desastre casi le da un infarto,  primero porque no sabía  como estaba yo y segundo el laburo que se le venía, ordenar todas esas fichas.

Como era propio en esos tiempos me ligue una buena patada en el cul….. y penitencia.

Así fue que pasado este episodio,  cada vez que veo un  Fichero me produce escalofríos,   ah!!! una cosita,  jamás pudo terminar de ordenar las fichas.
 
                                                                                                                                   Medusa